
No tengo los dedos largos y chuchurrios, de esos que cuando los ves lo primero que se te viene a la cabeza es el dedo de E.T. Mis dedos tampoco son como aquellos que da la sensación de que fueron cortados intencionadamente a escuadra...es decir, en rigurosa linea recta...todo lo contrario. Mis dedos están ordenados por tamaño, del mas largo al mas chiquitin, como debe de ser.
Si he de ponerme critica y quisquillosa con mis pies, el único defecto que poseen hace referencia a cuestiones puramente de destreza y habilidad. A veces, no se si tengo los pies cambiados o es que simplemente tengo dos pies izquierdos. Tengo suma facilidad para tropezarme hasta con las juntas de unión de las baldosas, en innumerables ocasiones me tropiezo conmigo misma y atraigo a las piedras gordas del camino con las que siempre me doy en el dedo más regordete y termino rabiando de dolor.
Por esto es por lo que he elaborado un top five de tropezones al que he denominado"con pies de pato":
En última posición y no por ser el menos importante, sino quizás por su lejanía en el tiempo y despues de tantos años el tortazo ya casi ni duele, hare mención al día en que caí rodando por una cuesta y me destroce la cara.
He vivido en "PuebloMaravilloso" desde que tengo uso de razón. Hace años no era ni lo que es hoy. Habia millones de descampados en los que jugar, sin ir más lejos al lado de mi casa había uno al que denominabamos como "Los Olivares" (no se porque, pues olivos, lo que se dice olivos no habia ninguno). Pase la mayor parte de mi vida tirada por "Los Olivares" jugando a papas y mamas o al pilla pilla con los niños que viviamos cerca.
Una tarde de verano allá por los 80, mi unica meta era salvar a mis compañeros. El objetivo era facil, solo tenia que correr con todas mis fuerzas por la plaza, saliendo del sitio en el que estaba escondida, cruzar corriendo mi calle y bajar como una flecha la cuesta de "Los Olivares" para llegar a un pequeño arbolito y gritar como una posesa ¡¡¡por mi y por todos mis compañeros!!!, todo ello sin ser pillada. Las mieles del exito las tenia a escasos 2 minutos... y ahí que me lance...Parecia como si en lugar de dos, derrepente tuviera cuatro piernas que me impulsaban con la velocidad de un galgo. Cruze la plaza sin mayores dificultades. A lo largo de mi calle me ganaron terreno, - ¡que no me pillen que no me pillen!- pensaba...y en un abrir y cerrar de ojos sobrevino la cuesta. Llena de tierra y agujeros camuflados entre algún matorral y una pendiente que incrementaba aun mas mi velocidad, veía como todos los niños gritaban ¡corre, corre!...Iba a salvarlos, todos me recordarian por mi capacidad, coraje y valor. Mi gran hazaña estaba a punto de llegar a su fin cuando derrepente al levantar un pie tropece con mi propia pierna y sin poder remediarlo caí en plancha por toda la cuesta, llevandome a mi paso todo el polvo, piedras y matorrales que allí había. No podía ser, ahora me iban a pillar y me tocaria a mi tener que pillar a la gente. Me incorpore dolorida y mi espanto fue cuando me di cuenta que sangraba como los tocinos. Me llevaron a casa. Subí. Me maree (primer momento fobia a la sangre...posteriormente vendrian mas). Mi madre me limpio la cara y me horrorice al verme al espejo. No habia un hueco en el que no me cupiera una herida. Llore mas pensando en que me iba a quedar con las cicatrices de por vida. Curaron bien y hoy en dia el tengo el cutis mas fino y exfoliado del momento...
Pocas veces he vuelto a correr con tantas ganas, ni tan siquiera para coger el bus porque se me escapa en mis narices y llego tarde.
Conclusión: correr es de cobardes.
Los siguientes momentos tropezon los dejo para otro post que asi me da la cosa para mas que con esto de la crisis hasta las ideas cuestan.