
Pero temas a parte, hace mucho que no escribo nada por aqui y cosas que decir tengo muchismas, asi que despues de todo este tiempo y tras darme cuenta de que me quede en la entrada numero 13 (¡lagarto, lagarto!), he aqui la tercera entrega de mis ostiones mas sonados o en este caso, "porque los pijamas no deben llevar botones".
Mi amiga S y yo, siempre hemos estado de acuerdo que el mejor curso del colegio fue 8º de EGB. Los repetidores eran todo un atractivo con los que deleitarnos la vista y gracias a los cuales descubrimos que el chandal del colegio no dejaba nada a la imaginacion. Pero si algo hay que recordar de esa etapa fue sin duda el viaje de fin de curso.
Tras abordar a las abuelitas de "PuebloMaravilloso" a lo largo de todo el curso 94/95 para que nos compraran loteria y ambientadores e hincharnos a comer donettes hasta el punto de cagar bizcocho para conseguir ayudas economicas, pudimos costearnos tan fabuloso viaje.
Por aquel entonces nos costo llegar a nuestro destino cientos de kilometros, muchos "para ser conductor de primera..." y otros cuantos "ahora que vamos despacio...". Una noche entera de viaje y alli desembarcamos una manada de preadolescentes chillones y feos (lamentablemente los repetidores no fueron).
Llegada la primera noche y distribuidos por habitaciones de dos en dos, mi amiga S y yo (evidentemente dormiamos juntas pudiendonos considerar como uña y carne....o como pedo y culo...) nos pusimos nuestros pijamas. Justo en ese mismo instante algo capto nuestra atencion, el hotel y todas las habitaciones que ocupabamos estaban orientadas a un bar de luces muy chillonas que se encendian y apagaban indicando el transito de señoritas promiscuas de vida alegre. S, se acerco a la ventana y subida en algo parecido a una butaca asomo su cabeza por ella, percatandose de que no eramos el unico colegio que estaba pasando alli su viaje de fin de curso. Yo mientras me rebozaba por encima de la cama comprobando el numero total de muelles que tenia sueltos el colchon. Cuando escuche a mi amiga S diciendo: "¡Hay tios...!" me puse en pie de un salto y alli que fui a asomar la cabeza por la ventana, quitandome previamente los rulos del flequillo (era nuestro pequeño truco para conseguir dejarlo hueco) para mostrarme lo mas glamurosa posible.
Nunca me ha gustado hacer gimnasia y deportes como el salto de longitud me parecen horrorosos, pero en aquel instante la ocasion lo merecia... luces chillonas, maromos asomados por las ventanas y conversaciones en el recinto de la piscina, hicieron que por mi mente la distancia que separaba mi cama, de la butaca donde estaba subida mi amiga S no fuera tan abismal. ¡No habia tiempo que perder!. Asi que....
Alli que fui. Tome impulso con mis brazos, alargue mi pierna derecha cual gacela jubilosa por las praderas...:"¡Ains, que llego que llego!"-pensaba mientras planeaba por el espacio aereo y S con cara desencajada gritaba:"¡Noooo salteeeeeees!"
Tarde. No alcance la butaca. La ostia fue tremenda. Intente salvar mi vida agarrandome a la camisa del pijama de mi amiga S. Muy mona, de raso y con botones, pero totalmente inutil para proteger de posibles caidas de amigas torpes e inconscientes. Las siguientes 7 noches S tuvo que dormir casi en pelotillas atandose lo que quedaba de su pijama con un nudo.
Y es que, ¿Donde se ha visto que los pijamas lleven botones? ¡vamoshombreya!